CONTEXTO: SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Tras la devastación sin precedentes que dejó la primera gran contienda en 1917, el mundo esperaba una paz duradera. Fue vana la esperanza, las complejas exigencias impuestas por los vencedores de aquel conflicto en el Tratado de Versalles trajo aparejados resultados desastrosos.
La gesta de un fuerte resentimiento por parte de la sociedad germana, insatisfecha con los términos del tratado, fue uno de los principales factores que provocaron la creación y ascenso de movimientos ultranacionalistas como el partido Nacionalsocialista liderado por Adolf Hitler.
Principalmente, los alemanes se vieron humillados ante la pérdida de territorios. Alsacia y Lorena pasarían a manos de Francia, la región occidental del Rin se convertiría en zona desmilitarizada y gran parte de los dominios coloniales de ultramar comenzarían a repartirse entre varias potencias. A su vez, las 6.500.000 libras que debía pagar el Estado germano en materia de reparaciones resultaron demasiado elevadas para una nación recientemente arrasada.
La venganza no se hizo esperar. El 30 de Enero de 1933, un nefasto lider político tomó las riendas del poder en Alemania. Con la brutalidad que lo caracterizó, Hitler rearmó militarmente al país y a sus fuerzas armadas. A mediados de la década del '30 comenzó a movilizar sus tropas, en violación abierta al tratado de Versalles.
Para ese entonces, la creciente inmoralidad política tenía nombre y apellido. Adolf Hitler fue un hombre marginal que transformó a sus compatriotas en agentes meticulosos del genocidio para lograr el "ascenso" de Alemania. El Führer proponía una lucha entre los "arios" y sus supuestos "inferiores" genéticos: judíos, gitanos, homosexuales y otros grupos minoritarios, tomados como culpables de la crisis germana.
El tercer Reich no combatiría solo. Logró forjar una poderosa alianza con países que compartían su misma ideología y visón geoestratégica, recurso útil para avanzar con sus proyectos de conquistar el mundo en todos los frentes. Esta alianza, conocida como "el Eje", abarcó a Italia- bajo las órdenes de Mussolini- y al Imperio del Japón- de la mano de su líder Hirohito-.
Polonia: la primera invasión
Tras duros bombardeos aéreos, las tropas alemanas entran en el oeste de Polonia el 1 de septiembre de 1939, dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Más de 60.000 civiles murieron en Varsovia y el ejército local no se encontró suficientemente preparado para encarar este tipo de conflicto bélico, por lo que en tan solo unos días, la Luftwaffe- aviación alemana- logró el control de cielos y territorio polaco. Esta táctica militar llevó a que dos millones de judíos estuvieran bajo dominio nazi.
Tanto Gran Bretaña como Francia intentaron poner fin a aquel ataque por vía diplomática, mediante el envío de mensajes ultimátum al gobierno germano. Finalmente, ambas potencias respondieron a la llamada de su aliado polaco declarando la guerra a Alemania, involucrándose, asi, en la segunda contienda global.
El avance del poderío nazi durante el conflicto mundial fue posible gracias a los desarrollos industriales, armamentísticos y tecnológicos. Además, la colaboración de varias empresas e industrias de renombre- como Mecedes Benz o Bayer- y la aceptación social fueron factores claves para el fortalecimiento del tercer Reich.
Ataques constantes
Antes de lo ocurrido en Polonia, el 15 de marzo de 1939, las tropas nazis entraron en Praga- Checoslovaquia-, dejando a 120.000 judíos en manos de la sangrienta SS. Ese mismo año Lituania también fue tomada. Por otro lado, en abril de 1940, las fuerzas de Hitler invadieron Noruega y Dinamarca y en mayo atacaron territorios holandeses, belgas y franceses.
Al año siguiente, tras dominar los Balcanes con la ocupación de Yugoslavia y Grecia el 6 de abril, el Reich comenzó en junio una invasión masiva en la Unión Soviética, lo cual implicó la ruptura del pacto de no-agresión de 1939 entre ambos estados. En simultáneo, Stalin se convirtió en un líder importante del grupo aliado, junto con el presidente de los EE.UU., Franklin Delano Roosevelt, y el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill.
El 7 de diciembre de 1941, aviones japoneses atacaron las bases navales
americanas en el pacífico, específicamente en Pearl Harbor, Hawaii y Clark Field, en Filipinas. Inmediatamente, Estados Unidos, el Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda inician una dura contienda contra Japón, lo cual implicó nuevos conflictos: el 9 de diciembre China le declara la guerra a Berlín y Tokio y, al día siguiente, el estado norteamericano se involucra en un conflicto bélico contra Alemania e Italia.
De esta forma comenzó a conformarse el grupo de las principales potencias aliadas, integrado por EE.UU, Gran Bretaña, la Unión soviética y China.
Fines de la contienda y época post-guerra
Terminado el año 1942, período en que se llevó a cabo la conocida "solución final", los aliados comenzaron a acumular victorias, acaso fundamentales para ganar la contienda global. Entre otras, el 2 de febrero de 1943 el ejército alemán se rindió ante las fuerzas soviéticas en Stalingrado, Rusia. Al año siguiente, los aliados liberaron Roma y desembarcaron en Normandía, Francia; era la primera fase de la liberación de Europa. Además, las fuerzas aéreas aliadas bombardearon Auschwitz y otros tantos campos de concentración. La Unión Soviética, por su parte, liberó Polonia y Hungría en 1945.
El 7 de mayo de 1945 en Reims- Francia-, el general Alfred Jodl firmó la rendición incondicional de la Alemania Nazi, tras la gran invasión soviética sobre Berlín. Adolf Hitler no vivió para ver el final de la Segunda Guerra Mundial, ya que una semana antes, el 30 de abril, el Fuhrer y Eva Braun se suicidaron en un búnker de Berlín, o al menos eso se piensa. Pero, aún asi, los conflictos no habían terminado. En agosto, los soviéticos declararon la guerra a Japón y Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, provocando la muerte instantánea de 120.000 civiles.
La Segunda Guerra Mundial resultó en aproximadamente 55 millones de muertos. Una triste sinfonía de horror. Parecen incalculables las vidas robadas por la estrategia nazi, e innumerable la cantidad de bienes y dinero arrebatados a las víctimas, principalmente judías.
Terminada la contienda, o incluso unos meses antes, los jerarcas y colaboradores nazis debían decidir sus próximos pasos. No vacilaron: evitarían toda condena y resguardarían sus fortunas, obtenidas a costa de quienes más sufrieron. Es así como se inicia el proceso en el cual un gran número de criminales de guerra, conscientes de sus actos, huyen del polémico escenario europeo. Uno de los destinos escogidos por excelencia fue la Argentina, un estado aparentemente neutral, que con dinero, inversiones y promesas de poder, se convertiría en un amigo totalmente fiable.